Las llantas de aluminio se han convertido, frente a las de acero, en la elección de muchos conductores. Los motivos son la estética de los diseños y el carácter deportivo que añade. Pero, ¿nos hemos planteado alguna vez cómo afecta a la conducción?
Las características de las llantas de aluminio
No cabe duda de que las llantas de aluminio resultan más atractivas que las de acero. Sin embargo, además de la estética, hay que tener en cuenta otros aspectos cuando decidimos modificar las piezas originales de un vehículo.
La finalidad de las llantas es la de mantener la rigidez en las ruedas, de manera que la suspensión pueda funcionar correctamente. Además, intervienen en el sistema de frenado. En resumen, son una pieza que incide directamente en la comodidad y en la seguridad mientras se circula.
Puesto que el aluminio es un material muy ligero, hay una idea generalizada de que las llantas de aluminio son, en consecuencia, más livianas que las de acero. Sin embargo, la realidad no es exactamente así.
Para alcanzar una durabilidad que equivalga a las de acero se emplea una cantidad de material mayor. Por lo tanto, el resultado es una llanta que no resulta tan ligera, y en ocasiones pueden incluso llegar a ser más pesadas. Los modelos más livianos se utilizan únicamente en la competición.
Qué debemos saber sobre las llantas
El peso de las llantas de aluminio es importante porque son un elemento que la suspensión no soporta. Esto hace que sean más susceptibles a los golpes durante la conducción y a las fuerzas que intervienen en las curvas. Para tomar estas mejor y circular con mayor precisión, la carga debe estar bien optimizada.
Otro aspecto importante sobre este tipo de llantas son su resistencia. Aunque el aluminio sea un material con una menor resistencia frente al acero, goza de una mayor flexibilidad. En consecuencia, su plasticidad hace que pueda absorber mejor las presiones, y se evita así que pueda dañarse. En otras palabras, la durabilidad termina siendo mayor.
Pero, ¿qué cuidados requieren las llantas de aluminio para que no pierdan sus propiedades? Este tipo de material necesita un cuidado regular a base de productos de alta calidad que lo protejan, al ser más susceptibles al polvo y a las impurezas. No deben contener ácidos y además hay que leer bien las instrucciones de uso y respetar los tiempos de aplicación.
Pero ojo, las llantas deben limpiarse en frío y utilizando agua limpia, que puede ser a presión. Si empleamos un cepillo para la suciedad incrustada debe ser suave para evitar arañar la superficie. En cualquier caso, se desaconseja frotar durante mucho tiempo. Por último, es recomendable también desengrasar la superficie de la llanta y hacer un sellado con una capa de pintura que la proteja.