El mantenimiento de un coche implica prestar atención a todos aquellos elementos que repercuten en el funcionamiento, y en especial a los que afectan a nuestra seguridad. El líquido de frenos es uno de los grandes olvidados, por eso te vamos a explicar cuándo debes cambiarlo.
Cuál es la función del líquido de frenos
El líquido de frenos es uno de los encargados de permitir que la detención del coche se realice con éxito. Se trata de un fluido hidráulico que interviene en el sistema del mismo nombre, y se encarga de transmitir la fuerza que se ejerce a través del pedal hacia los pistones.
Al pisar el pedal, se ejerce una fuerza sobre el sistema hidráulico estanco. Esta pasa a los pistones de las pinzas de freno, que a su vez transmiten la fuerza a las pastillas y rozan con el disco de freno para que el coche pierda velocidad hasta frenarse. Durante este proceso la energía se transforma en calor, que se encuentra presente tanto en disco, como en las pastillas, el aire y el propio líquido de frenos.
Existen multitud de tipos con sus propias temperaturas, pero las más habituales para los turismos son el DOT 3 y el DOT 4, cuyos grados van entre los 205º y los 230º, respectivamente. Al trabajar a temperaturas tan elevadas, y además absorber la humedad, pueden formarse burbujas de vapor que dificultan el funcionamiento. Y con el propio paso del tiempo, el líquido va perdiendo eficacia; de ahí la importancia de revisarlo con regularidad y cambiarlo cuando haya perdido sus propiedades.
Cuándo hay que cambiarlo
Si ya tenemos claro lo que es el líquido de frenos y cuál es su importancia dentro de todo el sistema de frenada, es el momento de conocer cuándo debemos proceder con el cambio. Por lo general, los fabricantes suelen recomendar prestar atención tanto a los kilómetros como al tiempo. Es decir, o bien cada 2 años, o bien entre los 40.000 y 80.000 km.
Todo dependerá de la frecuencia con la que cojamos el coche y de la distancia que se recorra en cada ocasión. Si esta última es poca, los años serán la referencia, pero si los trayectos son largos, prestaremos atención al kilometraje.
La consecuencia de no cambiarlo cuando corresponde es que la humedad se sigue acumulando y, cuando se supera el 3% de agua, pueden producirse averías en el sistema de frenados. Esto es, que nuestra seguridad se vería seriamente comprometida. Salvo que sepamos cómo se cambia, se recomienda acudir al taller de confianza para hacerlo.
Para evitar imprevistos, presta atención al mantenimiento de tu coche y apuesta por un seguro que incluya la asistencia en carretera por lo que pueda pasar. ¡En Assegur podemos ayudarte!